Si cae Maduro, caerá Cuba

Si cae Maduro, caerá Cuba

A dos días de que la marina estadounidense confiscó un buque-tanque con petróleo venezolano, el Presidente Díaz-Canel de Cuba en anunciada cadena nacional que el país estaba encaminado a la profundización de su crisis económica. La relación entre los dos hechos no es una coincidencia. Es la expresión pública de la estrecha relación existencial que conecta inevitablemente el destino pronto de ambos países.

La interdependencia económica, militar y política entre los dos países es altísima, aunque asimétrica. No es una relación de mercado, sino que es producto de un pacto político por identidad ideológica.

Venezuela aporta a la Isla un suministro preferencial de petróleo y derivados, sin requerir un pago por la prestación. También ha hecho transferencias de recursos financieros abundantes, especialmente cuando su economía vende grandes cantidades de recursos petroleros al mercado mundial. Venezuela también le otorgaba créditos blandos y pagos adelantados por sus servicios.

Cuba, por su parte, le ofrece una Venezuela servicios “profesionales”, principalmente en la forma de médicos y servicios de salud, educadores, maestros y entrenadores deportivos.

Todo ello en gran escala: en algún momento fueron cientos de millas de cubanos en territorio venezolano. Sin embargo, el servicio “profesional” cubano más relevante era el aporte de milicianos como capacitadores del ejército venezolano, para adiestrar en el manejo de sus armamentos rusos (aviones, misiles, equipo de radares, tecnología de espionaje, etc), además de los servicios de inteligencia especializados para diseñar estrategias de control de disidentes internos, opositores, movimientos ciudadanos y líderes de opinión.

Los cuerpos de seguridad personal de Maduro y sus allegados y familiares son, en muchos casos, cubanos, no venezolanos. Gozan de una lealtad comprada o alquilada. Con todo y sus riesgos.

Mientras Venezuela aporta recursos materiales y financieros que están escaseando progresivamente, Cuba aporta un abundante capital humano, muchas veces deseoso de abandonar la Isla en busca de nuevas oportunidades de vida. En este sentido, la relación es asimétrica. Venezuela no depende de Cuba para sobrevivir. Pero, para sobrevivir, Cuba sí depende de Venezuela.

Existe entre ambas naciones una interdependencia estratégica, pero desigual. Cuba depende de Venezuela en materia energética y para el acceso a divisas para mantener su economía a flote. Venezuela, en cambio, ha requerido de las capacidades políticas, organizativas e ideológicas de Cuba para construir su narrativa de gobierno.

La relación entre estas naciones es tan estrecha que parece que la desaparición de una fatalmente provocará el derrumbe de la otra. Hoy las condiciones son muy distintas a las que existían en 1991 cuando la desaparición de la Unión Soviética no provocó la caída del régimen cubano. Esto hay que entenderlo, para visualizar la posible caída, hoy.

La revolución cubana siempre dependió del apoyo soviético para sortear las condiciones económicas impuestas por el embargo estadunidense combinado con la fragilidad de una pequeña economía agrícola en los años sesentas y setentas. En esos años Cuba era la alegría de la corona del modelo socialista mundial.

Los logros en materia de educación, salud y vivienda impresionaron a propios y extraños. La URSS aportaba aproximadamente 11 millones de dólares diarios a la economía cubana, sin esperar retribución alguna, incluyendo el petróleo necesario para mantener la economía funcionando.

Así, Cuba podía ofrecer un rostro de extraordinario éxito económico y social. Además, aportaba combatientes a las guerras africanas y latinoamericanas donde el gobierno soviético tenía intereses que promover o defender. Pero siempre saludaba con sombrero ajeno.

Cuando desapareció la Unión Soviética, comenzó el “Periodo Especial” y Cuba cambió radicalmente su estructura económica y política. Se acabaron las aventuras militares de ultramar. Cayó la economía un 40%, ya no había y el petróleo deterioro de las condiciones de vida se hicieron abrumadoras. Abrieron al turismo internacional, permitieron inversión extranjera limitada y ciertos trabajos por cuenta propia, siempre controlados.

Las Fuerzas Armadas se hicieron presentes para el control de la sociedad, la narrativa nacionalista se reforzó y el embargo estadunidense se convirtió en el enemigo externo a vencer.

¿Por qué, bajo esas condiciones tan difíciles, no se derrumbó el modelo socialista cubano? Porque había un liderazgo centralizado y carismático en la figura de Fidel Castro y existía un aparato de control coercitivo gubernamental y social muy fuerte. Aún había una legitimidad revolucionaria, ahora aderezada con una narrativa de nacionalismo reforzada.

Progresivamente el gobierno logró que la sociedad aceptara la escasez material ante la realidad de una sociedad débil con un gobierno fuerte. Permeó la cultura política de “resistir”.

Entonces apareció en escena Hugo Chávez y Venezuela como la salvación para Cuba. Ésta volcó todos sus recursos y experiencia para asegurar que en Venezuela se consolidara un régimen donde no existiera el peligro de la alternancia en el poder. Sólo así era posible salvar a Cuba de su propia desgracia. Defender a Venezuela es un acto en defensa propia de Cuba.

Pero hoy las condiciones internas y externas son muy diferentes en Cuba. Ante la probable desaparición de Maduro en Venezuela, ya no existen las condiciones para sobrevivir otro “Periodo Especial”. Hoy Cuba tiene un liderazgo burocrático y sin carisma. La memoria revolucionaria se ha perdido y la lógica social ya no es “resistir”, sino “irse”. La población está envejecida y amargada.

Así lo relata Leonardo Padura en su libro reciente sobre La Habana. La conectividad vía internet no le permite al régimen engañar a la población y el enojo es grande. Ante la posibilidad del colapso del régimen de Maduro en Venezuela, la eventualidad de un colapso en Cuba se hace altamente probable.

El discurso reciente del Presidente Díaz-Canel fue clarificador. Ve que el gobierno es corrupto, ineficiente e inepto. Y el embargo estadounidense no lo explica todo, como antaño. Es cercano que el colapso del gobierno actual en Venezuela esté acompañado del colapso del régimen cubano. Con qué rapidez no se puede predecir, pero la conectividad de estos hechos está trazada. La dialéctica de su interdependencia estratégica ha creado el escenario propicio para que estos acontecimientos sucedan.

Como si fuera una advertencia shakesperiana, el derrumbe de uno augura el colapso del otro. La intervención del gobierno de Estados Unidos va claramente dirigida a provocar un cambio de régimen en Venezuela y, siguiendo la lógica de la teoría del dominó, catapultar el colapso del régimen cubano. Se prevé un cambio político radical en la Cuenca del Caribe, con consecuencias profundas para el resto de América Latina, principalmente para México.

Pero eso es materia para otro análisis. En cámara lenta o rápida, esa progresión de eventos parece estar en marcha.

POR RICARDO PASCOE

COLABORADORA
ricardopascoe@hotmail.com
@rpascoep

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